Y los labios se posaron sobre un estanque de miel, y quedaron empapados de la esencia de un querer. Pétalos de flor, suave; terciopelo convertido en un abrazo que esperó un nuevo amanecer. El rocío de la mañana hizo despertar a un amor que se fundió en una mirada, loca pasión que para siempre quedó encarcelada en el alma de una mujer enamorada.
Jose Luis Pico
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