No renuncias a tu soledad. Aquella que intentó consolarte en los malos momentos. Aquella que abrazó tus silencios para consolarte con la ternura de la esperanza. Tu soledad, amiga fiel que siempre estuvo ahí, a tu lado, mudo reflejo de tu alma. En su regazo, aprendiste a soñar, a luchar por conseguir todo aquello que deseabas. Envolvió los latidos de tu corazón en una noche larga, para atenuar tu dolor para evitar que lloraras. Y tú, renunciaste a ella bajo los estímulos de una felicidad que te ofreció sus alas, para volar allá donde ella no te encontrara. Pero tu soledad quiso verte feliz y permaneció callada, esperando una nueva ocasión para acariciar tu alma.
Jose Luis Pico
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